Cuando tenemos nuestra taza de café, normalmente no pensamos de dónde viene. La consumimos sin más preguntas. Por eso, para muchos será una sorpresa saber que los granos de café son realmente semillas de una fruta clasificada como drupa. Sí, tal como lo lees: el café es una fruta.
Para explicarte un poco más, comúnmente se le conoce como cereza de café la cual crece en un cafeto, un árbol que puede llegar a medir hasta 9 metros. No obstante, para cultivo se deja crecer a un tamaño más manejable, más parecido a un arbusto con racimos. Este se llena de hermosas flores blancas antes de dar el fruto que se cosecha maduro correctamente. Y así es que comienza el proceso hasta ser la semilla tostada que llamamos café.
Debes tener en cuenta que durante estos procesos, el fruto de la cereza debe perder ciertas capas para llegar a la semilla que conocemos. En este gráfico podrás conocerlas:
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En otro espacio, hablaremos más de la importancia de estas capas que son imprescindibles en todas las maneras de procesar el café, antes de llegar a la semilla que tostamos, en especial los tres procesos más conocidos el lavado, honey y natural se caracterizan por darle un manejo especial a las diferentes capas aportando sabores y aromas diferenciados en cada proceso. Al final, si estos procesos se realizan de la manera correcta, nos brindan diferentes perfiles entendiendo como perfil un grupo de particularidades gustativas que en el caso del café se destacan la fragancia, el aroma, la acidez, el cuerpo y el dulzor ¿Te imaginas tomar una taza de café con un perfil de frutos rojos, almendra y panela? Para conseguirlo, es necesario poner atención al proceso de estas capas.
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